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Dr. Responde

Generalidades importantes sobre fertilidad y esterilidad

 

La preocupación por la fertilidad se pierde en el origen de los tiempos y es consustancial a la existencia humana. En todas las culturas la descendencia se ha mostrado como un bien y la esterilidad como un castigo que, históricamente, ha supuesto un motivo de preocupación y de repudio a las mujeres.

Las alterativas terapéuticas a la esterilidad (remedios) presentes desde el origen de la historia, han ido evolucionando a medida que lo hacían el saber popular y la divulgación del conocimiento científico. Supersticiones, rituales, pócimas, etc., se han ido sucediendo y quedando atrás a medida que la ciencia predominaba sobre éstas.

Consecuencias psicológicas y sociales de la infertilidad

Sin embargo el problema de la esterilidad continúa siendo una realidad en nuestros días y sus consecuencias indeseables llegan a alcanzar cotas tan extremas como imprevisibles.

Aunque el nivel 2, no suele superarse en los países desarrollados, en aquellos que están en vías de desarrollo, y en ciertas culturas, no es infrecuente alcanzar niveles muy superiores. La OMS en el año 2001, enfatizó que la esterilidad es una enfermedad que debe ser considerada como un problema de salud pública y,  concluyó, que  la  accesibilidad a los servicios adecuados para su tratamiento, es el desafío clave del nuevo milenio.

Es innegable que el comportamiento de la población mundial está cambiando; desde 1990 el incremento poblacional  anual está disminuyendo y en 2050 se estima que será equivalente al que existía en 1950.

En 2013 , ha disminuido por primera vez la población en España. La edad para tener el primer hijo que en 1975 era de 24 años, en la actualidad de casi 32  y mientras que entonces el promedio de hijos era de casi 3, en la actualidad es, apenas, del 1.3.

Este retraso en la edad a la maternidad es el mayor responsable de que se obtengan peores resultados cuando la mujer inicia tratamientos de fertilidad.

La tasa de nacidos vivos disminuye un 2% por cada año adicional de esterilidad, pasando de un 27%  por embrión transferido antes de los 35 años a un 6% a partir de los 40 años.

Si la edad media al primer parto ha subido 3 años en los últimos 20 años, la edad media a la demanda de estudio lo ha hecho aún más, situándose en  4 años. A partir de los 30 años, la demanda se duplica cada 5 años de retraso.

Aunque se estima que el 18% de la población tiene la percepción de dificultad para concebir, una encuesta europea señaló en  40 años de edad para la mujer y en 50 para el hombre, las edades percibidas como límite para tener hijos sin problemas. En España , estas edades eran de  42.9 para las mujeres y de 46 años para el hombre.

Percepción de dificultad para quedar embarazada

Sin embargo, lo cierto es que, a partir de los 35 años, comienza en la mujer un importante descenso en su fertilidad , de tal manera que entre los 20 y los 35 años se pierde tanta fecundidad como entre los 35 y los 38 años.

El hombre también se ve afectado negativamente en su fertilidad por el paso de los años. Un varón de 45 años  tardaría 5 veces más tiempo en conseguir un embarazo que a los 20 años, incluso si el seminograma no se hubiera modificado en este tiempo. Además,  los riesgos cromosómicos para la descendencia se habrían duplicado en esos años.

Las Técnicas de Reproducción Asistida (TRA) , a pesar de su eficacia, no pueden compensar el declinar de la esterilidad natural a partir de la tercera década.

¿ COMO SE DEFINE LA ESTERILIDAD?

La Sociedad Europea de Reproducción Humana ( ESHRE), definió la fertilidad  como la capacidad para conseguir un embarazo dentro de los  2 años  de exposición al coito con una frecuencia de 2-3 días a la semana.

Fertilidad

En una pareja fértil, el 88 % de los embarazos ocurridos en el primer año tienen lugar  durante los 6 primeros meses (fecundidad del 13%). Al cabo del año, el 90% de éstas habrán conseguido el embarazo (fecundidad del 8%), considerándose como infértiles al resto.

Como solo un 5% podrá gestar adicionalmente entre el 2º-4º año, es recomendable que si transcurren  12 meses y no hay embarazo, la pareja acuda al centro de reproducción para ser estudiada.

 

 ¿INFLUYE EL ESTILO DE VIDA?

Cada vez más existe una concienciación de que determinados estilos de vida y factores ambientales pueden estar implicados o asociados con la salud en general y también con la salud reproductiva. Algunos poseen una evidencia consolidada de su repercusión en la fertilidad (edad, tabaco, obesidad, dieta o ejercicio) mientras que otros la tienen de manera más discutible, aunque también importante, como el estrés.

  • Tabaco: El humo del tabaco contiene cientos de sustancias incluyendo nicotina, CO, y mutágenos (polonio radioactivo, benzopirenos, naftalenos, metilnaftalenos) que afectan a todas las facetas de la fertilidad femenina y adelantan  la  menopausia entre  1-4 años.  Altera el transporte de los espermatozoides  y el embrión por las trompas ,  la  formación del folículo en el ovario y su microambiente (la cotinina y el Cd han sido detectados en el líquido folicular de mujeres fumadoras), la  eficacia de la fase lútea  tras la ovulación,  el desarrollo inicial embrionario, y dificulta la penetración del espermatozoide en el óvulo.

El riesgo de infertilidad es de 1.6 veces mayor y aumenta con cada año de fumar. La eficacia del tratamiento de fertilidad disminuye a la mitad y el riesgo de abortar se triplica (llega a ser 15 veces superior la posibilidad de tener un embarazo ectópico)

Las directrices de las distintas guías de salud reproductiva coinciden en  que dejar de fumar forma parte integral del tratamiento de la infertilidad .

  • La obesidad: es una enfermedad crónica, que conlleva 4 veces más riesgo de esterilidad y una menor eficacia de los tratamientos. La OMS define el sobrepeso como un Índice de Masa Corporal (IMC)  superior a 24.99 y la obesidad a partir de 29.99. Una mujer que mida 1,65 metros  y pese  65 Kg tiene  un IMC de 23,8, si pesara 75 KG, el IMC sería de 27,5 y si pesara 90 Kg, sería de 33. Adelantarse en el cuidado sobre el hábito alimentario en  la infancia  evitaría las consecuencia de un estilo de vida en el que el malcomer perjudicaría seriamente la salud. Una niña que es obesa antes de los 10 años tiene un 60% más de riesgo de serlo en edad adulta. Adelgazar un 5-10% ya supone un cambio positivo para mejorar la fertilidad y la probabilidad de embarazo. A partir del IMC mayor de 30, se duplican las posibilidades de aborto y se reducen un 50% las de conseguir el embarazo.

Una dieta sana y equilibrada es fundamental para mantener una salud física y psíquica  y para prevenir enfermedades tales como obesidad, enfermedad cardiovascular, osteoporosis y cánceres. El consumo de frutas y verduras está asociado a una mayor fertilidad.

  • El ejercicio físico: cuando es moderado evita la obesidad y mantiene la salud psicofísica, pero a partir de 4 horas semanales/año ya existe en la mujer una disminución de la fertilidad y del rendimiento de las técnicas de reproducción.
  • El estrés: está asociado a alteraciones en el sistema nervioso central, endocrino e inmunológico. En el hombre, cuando es severo, disminuye los valores de testosterona y altera la producción de espermatozoides. En la mujer podría estar asociado a alteraciones en la ovulación, y en general a depresión, ansiedad, malos hábitos alimentarios y consumo de tabaco. Las parejas con apoyo psicológico durante el  primer ciclo de FIV, han demostrado tener mejores resultados y menor de ansiedad.
  • Cafeína: El consumo excesivo de cafeína (café, chocolate, te, colas) tiene efectos negativos en la reproducción. Un consumo de más de 3 tazas de café por día duplica el tiempo necesario hasta conseguir el embarazo.
  • Alcohol: El consumo de alcohol se ha asociado a infertilidad cuando es elevado. Un estudio sobre 430 mujeres (Jensen et al., 1998) encontró que la fertilidad disminuía proporcionalmente al consumo  (entre 1-5 bebidas semanales  la esterilidad aumenta un 61%  y si se superan las 10, se multiplica por 3).
  • Agentes físicos: Una amplia variedad de exposiciones a agentes físicos (irradiación, calor, campos magnéticos) o a sustancias químicas y tóxicos medioambientales (pesticidas, metales, componentes del humo del tabaco o polucionantes del aire) tienen repercusión en la salud y no debe sorprender por consiguiente que la tengan en la fertilidad .

Existe una creciente preocupación sobre los efectos de los teléfonos móviles en la disminución de la fertilidad masculina. Ya en 2008, un estudio publicado por Agarval en Fertiliy and Sterility ,  sobre un total de 361 hombres, alertó sobre las diferencias significativas en el  recuento espermático,  movilidad, viabilidad y morfología de los espermatozoides entre los que usuarios de móviles, diferencias que aumentaban con el tiempo de exposición y con su localización en el bolsillo del pantalón.

La polución ambiental (metilmercurio, pesticidas  solventes orgánicos, plomo, soldaduras) tienen un efecto negativo sobre la fertilidad y sobre el feto. La exposición de maridos a solventes orgánicos  producía peores resultados en las técnicas de reproducción aplicadas a sus mujeres (estudio de cohortes sobre 726 parejas). Los solventes orgánicos son de uso corriente en la industria como agente adhesivo, desengrasante, de limpieza, para plastificar y flexibilizar, pintar y lubricar. La infertilidad está en función de su exposición pudiendo duplicarse en casos de exposiciones prolongadas (pinturas de carrocerías).

Los metales han sido considerados como tóxicos para la reproducción masculina. Los trabajadores con altos niveles de plomo en la sangre tenían daños elevados en el ADN de esperma. En las mujeres induce aborto, parto pretémino y muerte fetal. Los pesticidas, plaguicidas, insecticidas(PCB, DDE) alteran también la integridad del DNA espermático. El exceso de calor en la zona genital masculina provocado por algunas profesiones  induce alteraciones genéticas en el espermatozoide y aberraciones estructurales cromosómicas, posiblemente por vía del estrés oxidativo.

Aunque no podemos vivir aislados para evitar la contaminación si podemos gestionar nuestros riesgos y disminuirlos al máximo, comprometiéndonos a disfrutar de una vida mas sana.

 

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