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¿Qué es un embrión de calidad?

Uno de los aspectos más determinantes en un tratamiento de fecundación in vitro (FIV) es la calidad del embrión. A menudo, en nuestras consultas escuchamos preguntas como: “¿Qué significa que un embrión sea de buena calidad?” o “¿Puede un embrión de calidad media lograr un embarazo?”. Para responder a estas dudas de forma clara, es importante conocer cómo se valora la calidad embrionaria y qué implicaciones tiene en el proceso reproductivo.

¿Cómo se determina la calidad de un embrión?

La calidad de un embrión se evalúa en el laboratorio de embriología, mediante un análisis morfológico que se realiza en diferentes momentos del desarrollo embrionario. Es decir, los embriólogos valoran visualmente ciertas características del embrión desde que empieza a dividirse hasta llegar, idealmente, al estadio de blastocisto (día 5-6 de desarrollo).

Estas son algunas de las principales variables que se analizan:

  • Número de células: En las primeras etapas (día 2-3), los embriones deben tener un número adecuado de células. Un embrión de buena calidad suele tener entre 6 y 10 células en el día 3.

  • Simetría: Se observa si las células (blastómeros) son del mismo tamaño. La simetría es una señal positiva, ya que indica un desarrollo más armonioso.

  • Fragmentación: Hace referencia a la presencia de restos celulares. Cuanta menos fragmentación haya, mejor será la calidad del embrión. Una fragmentación superior al 25% suele disminuir su potencial.

  • Desarrollo hasta blastocisto: Los embriones que alcanzan el estadio de blastocisto tienen mayor probabilidad de implantación. En este punto se valora la masa celular interna (que formará el futuro feto) y el trofoectodermo (que dará lugar a la placenta).

  • Velocidad de desarrollo: Los embriones que se desarrollan dentro del ritmo esperado, sin retrasos, tienen mejor pronóstico.

Clasificación de los embriones: ¿Qué significa A, B, C o D?

Los embriones se clasifican con letras (A, B, C o D) según su morfología. Este sistema de clasificación ayuda a los profesionales a priorizar cuáles tienen mayor probabilidad de implantarse con éxito. Aunque existen varias escalas, una clasificación general sería la siguiente:

  • Embriones tipo A: Son los de mejor morfología. Tienen todas las características óptimas: células simétricas, sin fragmentación o con muy poca, y desarrollo dentro del tiempo adecuado. Son los que más potencial tienen de implantar y dar lugar a un embarazo.

  • Embriones tipo B: También se consideran de buena calidad, aunque pueden presentar pequeños defectos como leve fragmentación o ligera asimetría. Su tasa de éxito sigue siendo alta.

  • Embriones tipo C: Presentan más alteraciones morfológicas, como fragmentación moderada o asimetría más marcada. Aun así, pueden llegar a desarrollarse en blastocisto y dar lugar a un embarazo, aunque con una probabilidad menor.

  • Embriones tipo D: Son los de morfología más comprometida. Aunque tienen menos posibilidades de implantación, no deben descartarse por completo, ya que en algunos casos pueden sorprender y evolucionar favorablemente.

Es importante destacar que la morfología no lo es todo. Es una herramienta útil para la selección embrionaria, pero no puede predecir con certeza si un embrión implantará o no. Existen casos documentados de embarazos logrados con embriones de calidad media o incluso baja.

¿Un embrión de tipo C o D puede lograr un embarazo?

Sí, es posible. Aunque los embriones tipo A y B tienen mayores tasas de éxito, los embriones de tipo C e incluso D no están descartados por completo. En tratamientos donde se transfieren estos embriones, especialmente si han alcanzado el estadio de blastocisto, puede lograrse la implantación y un embarazo viable. Por ello, la decisión de transferir un embrión se toma considerando no solo su morfología, sino también otros factores como:

  • La edad de la paciente.

  • La calidad del resto de embriones.

  • La respuesta al tratamiento hormonal.

  • La historia clínica de la paciente.

¿Qué otros factores influyen en el éxito de un embrión?

Además de la calidad morfológica, hay otros elementos que influyen en la capacidad de un embrión para implantar:

  • El entorno uterino: La receptividad endometrial es clave. Incluso un embrión excelente no podrá implantarse si el útero no está preparado.

  • Genética embrionaria: A veces, embriones con buena apariencia tienen alteraciones cromosómicas que impiden la implantación. En algunos casos, se recurre a pruebas como el PGT-A (test genético preimplantacional) para detectarlas.

  • Estilo de vida: Hábitos saludables, alimentación equilibrada y evitar el estrés pueden influir en el éxito del tratamiento.

La calidad de un embrión es un factor clave en los tratamientos de fecundación in vitro, pero no es el único. En nuestras clínicas, trabajamos con criterios científicos rigurosos para seleccionar los mejores embriones, pero también valoramos cada caso de manera personalizada. Nuestro objetivo es ofrecerte las mayores probabilidades de lograr tu sueño de ser madre, siempre con realismo, cercanía y confianza.

Si tienes dudas sobre tus embriones o tu tratamiento, estamos aquí para acompañarte.