La mamografía es una de las medidas de prevención secundaria más utilizadas en todo el mundo pero, de cuando en cuando, algún estudio científico arroja dudas sobre su eficacia, sobre todo por el problema del sobrediagnóstico. Por esta razón, y aunque no añade mucha información nueva, los expertos han recibido con satisfacción la opinión -publicada en The New England Journal of Medicine del grupo de trabajo de la Agencia Internacional para la Investigación en Cáncer (IARC). Su veredicto: las mamografías salvan vidas o, en otras palabras, reducen el riesgo de mortalidad por cáncer de mama en un 40%.
«Es un trabajo muy bien hecho, basado en la revisión exhaustiva de la evidencia científica al respecto. Nos deja muy tranquilos«, subraya el directivo de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM).
Aunque en principio el documento no ofrece muchas novedades, sí deja algunos puntos por definir e incluso destaca evidencias que podrían hacer cambiar la práctica clínica. En este sentido, la Agencia Internacional para la Investigación en Cáncer reconoce el valor del cribado con mamografías en mujeres de 50 a 70 años, pero advierte de que no hay evidencia científica suficiente para las mujeres menores de esa edad, el grupo de entre 40 y 49 años. En algunas comunidades autónomas, esta prueba se aplica a pacientes a partir de los 45 años y en la medicina privada no es raro comenzar a los 40.
«No es que no se detecten casos de cáncer si se hace una mamografía a estas mujeres más jóvenes, sino que no tiene impacto poblacional en la mortalidad«, comenta «, el directivo de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM).
Expertos aclaran que esta falta de evidencia no implica que no se deban realizar mamografías a ninguna mujer por debajo de esa edad. Más bien cree que deja el campo abierto a estudiar qué subgrupos se podrían beneficiar de este cribado en un futuro.
El trabajo no solo habla de mamografías, sino también de otros métodos de prevención secundaria, encaminados a la detección precoz del cáncer de mama. Y, aunque según de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) es algo ya sabido en la comunidad científica, los expertos de la Agencia Internacional para la Investigación en Cáncer lo recuerdan con mayúsculas: la autoexploración mamaria no es una herramienta para reducir la mortalidad por esta enfermedad. «No sirve para el diagnóstico precoz, porque cuando un tumor se detecta por un bulto suele estar ya avanzado y no habrá mucha diferencia entre que se lo localice una mujer que se efectúe la autoexploración mamaria o una que no lo haga pero se lo pueda notar por ejemplo en la ducha», apunta, un directivo de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM).
La Agencia Internacional para la Investigación en Cáncer aborda también un asunto debatido en la comunidad científica y es cómo vigilar a las mujeres en riesgo de cáncer familiar. Así, aunque oncólogos apuntan a que la tendencia es a la realización de resonancias magnéticas adicionales a la mamografía, no hay suficiente evidencia científica que apoye esta práctica, como tampoco la hay para el examen clínico de la mama o la ecografía adicional a la mamografía.
El documento no toca otro punto polémico, que es el intervalo que se debe aplicar en la realización de estas pruebas. Existe un debate científico sobre si estas han de hacerse cada dos años -la práctica mayoritaria en España- o anualmente. Habrá que esperar al próximo consenso para saber la respuesta.