Ser diagnosticado de un problema de infertilidad o esterilidad puede suponer una auténtica crisis vital para la pareja, entendida ésta como una alteración del equilibrio emocional que genera ansiedad, confusión, desorganización, desesperanza y tristeza.
La infertilidad es una experiencia que implica múltiples pérdidas o duelos para cada una de las personas, como son la pérdida del control de múltiples aspectos de la vida, la pérdida de la continuidad genética y del enlace entre pasado y futuro, la pérdida de la posibilidad de poder tener un hijo con la pareja con la que compartís vuestra vida, etc.
Las etapas del duelo que suelen vivir las parejas diagnosticadas de infertilidad son:
- Shock
- Enfado
- Negociación
- Desesperanza
- Aceptación
Shock
Algunos especialistas denominan a esta etapa como de negociación y aislamiento, y es por ello que suele ser frecuente que los pacientes pidáis otro diagnóstico. Puede que intentéis evitarlo y busquéis una manera de salir del problema a través de excusas, como la necesidad de vacaciones o descansar más, es decir, durante esta fase tendéis a pensar que la infertilidad va a ser realmente un problema temporal que acabará por resolverse.
Enfado y búsqueda de culpables
Esta es la respuesta más común a cualquier situación en que la persona se siente tratada injustamente, desechada o fracasada. La infertilidad causa todos los sentimientos. Las parejas con el mismo problema se sienten francamente incomprendidas, la infertilidad es injusta y sus cuerpos y mentes se sienten humillados por los interminables estudios, tratamientos y estrés emocional, así que tarde o temprano el enojo aparece como una respuesta a todas las circunstancias desagradables. En algunas situaciones, la ira y el enojo sirven para atacarse mutuamente. Por eso es importante que estéis preparados para afrontar esta etapa unidos.
Es muy importante que sepáis que este enfado y frustación es una parte normal del duelo y que aprendáis a identificarlos, aceptarlos y canalizarlos.
Negociación
En esta fase es habitual que intentéis hacer lo que sea para recuperar el control y es con este fin con el que intentáis negociar, por ejemplo, prometiendo cosas que haréis si se soluciona el problema.
Depresión o incremento de ansiedad y de tensión
En este largo camino de la infertilidad podéis sentiros abandonadas, desesperadas y desoladas. Pensáis que no existen opciones viables o positivas a vuestro problema. Cualquier esperanza realista es sustituida por depresión e impotencia. La gran implicación emocional influye en la falta de objetividad sobre las expectativas.
Un comportamiento humano habitual es sustituir la culpa por acusación, intentando no sentirse responsable. La culpa es dirigida a veces a la pareja, al doctor o al mundo en general. Este sentimiento de culpa es, en sí mismo muy dañino, ya que presupone la asunción de una responsabilidad sobre una situación de la que no sois de ninguna manera responsable.
Debéis ser siempre conscientes de que no sois responsables de la situación que os ha tocado vivir y, por tanto, no es justo asumir la culpa.
Durante esta etapa se ven amenazadas:
- La seguridad en vosotros mismos.
- El sentido de masculinidad o feminidad.
Este sentimiento de ansiedad o culpa retrasa la recuperación. En esta fase es fundamental no olvidar que los tratamientos de infertilidad son una carrera de fondo en la que hay que aprender a administrar las fuerzas que se tienen, con los descansos que sean necesarios para poder recuperarse entre tratamientos. Es fundamental superar esta etapa y pasar a la siguiente.
Aceptación
En esta fase no ha desaparecido el problema, pero habéis aprendido a manejarlo de forma emocionalmente sana.
El periodo de tiempo necesario hasta la aceptación es variable y personal. La aceptación del problema permite tomar una decisión sobre las alternativas.
No compartir los sentimientos puede aumentar el sentimiento negativo de angustia, culpa y aislamiento y empeorar la tensión en vuestra relación, lo que en muchos casos también influye negativamente en vuestra vida sexual.